El proyecto de Putin que busca replicar el modelo de la UE en la ex Unión Soviética

Hasta el momento, Moscú lucha por incorporar a Ucrania -que se mantiene como observador- y a sus 45 millones de habitantes en el naciente bloque económico y político. 

 

Alberto Olivares

En mayo del año 1994, en la Universidad de Moscú, un novel presidente de Kazajistán, Nursultan Nazarbayev, dio un discurso en que planteó que sería una buena idea crear una comunidad de países del Asia Central y de Europa del Este. La idea no prendió.

Pero desde que Vladimir Putin entró al poder en Rusia como Primer Ministro en 1999, el proyecto ha ido tomando forma de modo progresivo. Putin es el actual líder indiscutido de la iniciativa, con la que busca replicar -en un tiempo más breve- el modelo de la Unión Europea (UE) en la zona de influencia rusa, que coincide en gran medida con varios de los antiguos integrantes de la Unión Soviética, desaparecida en 1991.

El proyecto tiene nombre: Unión Euroasiática. También tiene fecha: 2015. De hecho, el órgano ejecutivo del Espacio Económico Euroasiático, la llamada Comisión Euroasiática (otro ente basado en la experiencia de la Comisión Europea), está funcionando desde el 1 de enero de este año. No obstante, aún carece de una masa crítica de participantes que le den mayor solidez. Aparte de Rusia y Kazajistán, los otros miembros más confirmados son Bielorrusia, Tayikistán y Kirguistán, y en general otros miembros de la Comunidad de Estados Independientes (CEI). Ninguno tiene una impronta de democracia muy desarrollada: Nazarbayev ha sido el presidente kazako desde 1991; Alexander Lukashenko dirige los destinos bielorrusos desde 1994, y Emomalii Rahmon lo hace en Tayikistán desde 1992.

El propio Putin ha estado en el poder a través de su partido, Rusia Unida, en puestos como Primer Ministro y Presidente desde 1999. En mayo pasado volvió a la Presidencia del país tras trazar muchos objetivos, uno de los cuales es consolidar su iniciativa paneuroasiática.

 

De zona económica a unión política

Tal como ocurrió con la evolución de la actual Unión Europea, que se inició como una asociación comercial y aduanera hasta proyectarse en una comunidad política, los prolegómenos de la Unión Euroasiática también han sido comerciales. El paso por una unión aduanera hasta la Comunidad Económica Euroasiática, fundada en 1996 por Rusia, Bielorrusia y Kazajistán, formalizó una sociedad que ya existía en la práctica entre algunos de estos miembros de la CEI, grupo levantado tras la caída del régimen soviético.

Aunque existen permanentes candidatos para unirse a la Unión Euroasiática (UEA), como Armenia, Moldavia e incluso Serbia y Montenegro, el gran ausente hasta ahora es Ucrania, que se mantiene como observador. Ucrania es la segunda potencia regional, tras Rusia. Hasta 2004, Kiev estaba interesada en una activa participación en el nuevo bloque, pero en los años posteriores los ánimos se enfriaron con los cambios en el gobierno ucraniano. En las élites políticas de Ucrania existiría más interés por incorporarse a la OTAN e incluso a la Unión Europea (UE) que a la UEA. Con la UE ya tiene cerrado un acuerdo de asociación similar al de Chile-UE. Sin Ucrania, el proyecto de la UEA queda cojo.

Los beneficios esperados con la UEA apuntan a una reducción de las barreras del comercio, al libre tránsito de trabajadores y la provisión de recursos naturales a menor costo por parte de potenciales Estados miembro, como la propia Ucrania. Para Rusia, no obstante, las ventajas superan lo puramente económico. Se trata de consolidar su esfera de influencia en los países de la antigua órbita soviética, al mismo tiempo de restar influencia de la Unión Europea sobre ellos. Moldavia es un caso ilustrativo: la Canciller alemana, Angela Merkel, visitó ese pequeño territorio en agosto para dar una muestra de apoyo europeo a su desarrollo. Un mes después, Moscú le ofreció al gobierno moldavo un suministro subsidiado de gas natural a cambio de su ingreso al bloque aduanero.

Uno de los pasos elementales para una unión de mayor tonelaje sería la creación de un Parlamento comunitario -Asamblea Euroasiática-, idea apenas deslizada en los pasillos de los gobiernos de Moscú, Astaná y Minsk. La otra iniciativa, de mayor impacto económico, sería establecer una moneda común, que en este caso sería el rublo ruso. Tal como en los tiempos en que circulaba, con restricciones, el propio rublo soviético.

 

 

FUENTE: El Mercurio, 21 de noviembre de 2012

Link de la noticia:

http://diario.elmercurio.com/detalle/index.asp?id=%7Bfeadad2a-a9b4-45ef-a32b-b6ec978185b9%7D

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