Humanos a la moda… o cómo la ropa nos ayudó a sobrevivir

Las vestimentas no sólo han servido para dar vida a las pasarelas, también fueron vitales para la expansión del hombre en Europa. Además, son producto directo del proceso evolutivo que llevó a la pérdida del pelaje corporal.

 

Por Marcelo Córdova

 

Mark Twain y Karl Lagerfeld provienen de mundos que usualmente no se relacionan: la literatura y la moda. Sin embargo, ambos supieron describir la importancia de las vestimentas para los humanos: “Las ropas hacen al hombre. La gente desnuda tiene poca o nula influencia en la sociedad”, dijo el fallecido escritor, mientras el diseñador aseguró que “una apariencia respetable es suficiente para lograr que la gente se fije en tu alma”. Antropólogos, paleontólogos y otros especialistas han encontrado sustento a estas palabras, estableciendo poco a poco que vestirse ha sido, como el arte o el lenguaje, un factor esencial tanto en la supervivencia del ser humano como en el desarrollo de sus relaciones sociales y culturales.

Ian Gilligan, bioantropólogo de la U. Nacional Australiana y experto en evolución de la ropa, dice en uno de sus estudios que la vestimenta es el único invento que tenemos con nosotros todo el tiempo. “No es sólo un reflejo pasivo de nuestra personalidad. Afecta la forma en que nos percibimos a nosotros mismos y a nuestro ambiente. Es un factor clave que distingue a la humanidad de todo lo demás”, dijo. Estudios genéticos de la U. de Utah (EE.UU.), que se centraron en los cambios en la coloración de la piel, muestran que la adopción de vestimentas es un largo camino que se inició hace un millón de años, cuando los homínidos empezaron a perder progresivamente el pelaje corporal propio de los primates.

Hay varias teorías para este cambio. En un estudio de 2004, Mark Pagel, experto en Evolución de la U. de Reading (Inglaterra), y el doctor Walter Bodmer, del Hospital John Radcliffe (Inglaterra), propusieron que los humanos eliminaron su pelaje para librarse de garrapatas y otros parásitos que lo infestaban. Sin embargo, otra tesis que fue cobrando más fuerza postula que la piel lampiña evolucionó como un eficiente método para disipar el calor cuando nuestros antepasados se volvieron bípedos y comenzaron a desplazarse por Africa.

Nina Jablonski, antropóloga de la U. de Pennsylvania (EE.UU.) y autora del libro Piel: una historia natural, señala que la epidermis humana es muy rica en glándulas sudoríparas ecrinas, que producen el sudor que se evapora rápidamente y disipa el calor del cuerpo. Cada persona tiene entre dos a cinco millones de estas glándulas, que son más numerosas en la cabeza, palmas de las manos y plantas de los pies, por lo que la permanencia del pelaje habría restringido su accionar en especímenes ya adaptados al desplazamiento bípedo y a correr (cambio que empezó a desarrollarse hace 4,4 millones de años). Además, explica Jablonski, se habría elevado el riesgo de sobrecalentamiento de un órgano que ya crecía progresivamente: el cerebro.

Ante el cambio, surgió la necesidad de usar protección contra el clima. Producto del fácil deterioro de las vestimentas, no hay indicios de cómo eran hace millones de años, pero Jablonski dice a Tendencias que probablemente se usó piel animal. “Tal vez se cortaban con herramientas de piedra y luego eran suavizadas mascándolas con los dientes. Probablemente, usaban grandes hojas de plantas como paraguas o quitasoles, aunque no se las puede considerar como ropas elaboradas propiamente tales”, explica.

 

Herramienta de supervivencia

Un antecedente adicional sobre el uso más extendido de vestimentas está en el estudio de David Reed, del Museo de Historia Natural de Florida (EE.UU.) y quien usó secuenciación de ADN para calcular cuándo los piojos del cuerpo se diferenciaron genéticamente de los de la cabeza. Eso ocurrió hace 170.000 años, época que coincide con el fin de la penúltima Edad de Hielo y que habría iniciado el desarrollo de atuendos más sofisticados para protegerse de las inclemencias. Este conocimiento habría sido aprovechado luego por los humanos, cuando comenzaron a propagarse desde Africa hacia latitudes más norteñas en Europa.

“Los humanos empezaron a usar ropas de forma más permanente cuando realmente necesitaron sentirse más abrigados. Unos cuantos grados bajo cero es el límite de la tolerancia al frío que ostentamos sin una protección adecuada”, indica Gilligan a la revista Nautilus. Jablonski explica que las primeras agujas, y tal vez, las primeras prendas cosidas con esmero, surgieron poco después de la dispersión humana fuera del continente negro: de hecho, las agujas más antiguas conocidas datan de hace unos 61.000 años y fueron halladas en Sudáfrica.

Estos utensilios más sofisticados contribuyeron a que los humanos se impusieran a los Neanderthales en Europa. Según Gilligan, esta tecnología permitió al Homo Sapiens desarrollar ‘ropa compleja’: atuendos en capas que protegían de forma más eficiente no sólo el torso sino que también las extremidades. Los Neanderthales, en cambio, tenían prendas rudimentarias, las que contribuyeron a su repentina extinción ocurrida durante los períodos fríos que se dieron unos 40.000 años atrás. “Sólo los humanos equipados con ropa hecha a la medida sobrevivieron. Y eso sólo ocurrió luego que inventaran tecnologías para elaborar ropas sofisticadas, incluyendo la primera ropa interior del mundo”, añade.

Pero hace miles de años el hombre ya entendía que la ropa también servía a un fin más social y estético. Un ejemplo está en Sungir, al este de Moscú, donde se hallaron 12.000 cuentas de marfil cocidas en ropas de 26.000 años. Según los arqueólogos, cada cuenta requirió casi una hora de fabricación: “No era una simple decoración. Fue una gran inversión, una muestra de estatus”, dice Robert Boyd, antropólogo de la U. de California, a la revista Nautilus.

Estas evidencias indican que el afán de lucirse con prendas -factor que da vida a las pasarelas de moda actuales- no es trivial, sino parte de la naturaleza humana, una especie de predisposición biológica a verse bien ante los demás. “Los humanos no sólo tienden hacia lo visual, sino que están obsesionados. Por eso, la apariencia corporal, incluyendo los adornos, es muy importante en la valoración que hacemos de los demás”, reafirma Jablonski (de hecho; el cerebro tarda apenas 100 milisegundos en registrar un estímulo visual).

Eso explica lo que ocurre hoy tanto en las tribus cazadoras-recolectoras del desierto africano de Kalahari -donde el uso de adornos impera para regular la escala de poder- y en la industria de la moda (sólo en Inglaterra este sector aporta casi 21 mil millones de libras anuales a la economía). “Todo esto se trata sobre enviar señales y exhibirse, sobre mostrar que tienes recursos, creatividad o gusto que los demás no poseen. Así obtienes mayor estatus en tu grupo y entre tus rivales, lo que se traduce muchas veces en mejor acceso a redes de amigos”, concluye Geoffrey Miller, sicólogo evolutivo de la U. de Nuevo México, a la revista Nautilus.

 

 

RECUADRO

Prendas antiguas

EL ZAPATO

de cuero más antiguo tiene 5.500 años y fue descubierto en Armenia.

LAS FIBRAS

textiles más antiguas tienen 36.000 años. Se hallaron en Georgia.

GUANTES

del 1400 a.C. fueron descubiertos en la tumba del rey Tutankamón.

Fuente: LA TERCERA ON LINE, 18 de mayo de 2013

Link de la noticia:
http://diario.latercera.com/2013/05/18/01/contenido/tendencias/26-137075-9-humanos-a-la-moda-o-como-la-ropa-nos-ayudo-a-sobrevivir.shtml

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