Reflejos del azar

La pureza del círculo inspira los vitrales y mosaicos de vidrio que hace la artista Sofía Folch. Trabaja en varios a la vez, sin perder la concentración, creando desde cuadros hasta bandejas en los que expresa su afición por lo orgánico y azaroso. 

Texto, María Cecilia de Frutos D. | Fotografías, José Luis Rissetti

 

Aunque estudió Arte y se especializó en escultura, Sofía Folch (27) eligió ser vitralista. Egresó de la Universidad Finis Terrae y en vez de continuar con su carrera, tomó clases con Alejandra Illanes y ella le enseñó casi todo lo que necesitaba para trabajar con vidrio.

De eso ya han pasado cinco años y aún siguen realizando juntas algunos proyectos grandes en casas u obras de temática religiosa, como la que instalaron en una capilla de un colegio en Maipú -el Vía Crucis y los Cuatro Evangelistas-. Pero lo suyo no es lo figurativo, sino lo orgánico y lo que produce el azar de cortar los vidrios en
el momento, sin un dibujo preestablecido.

Con cinta de cobre y soldadura, Sofía une los trozos de vidrio para armar sus cuadros. En los objetos utilitarios, sólo pone pegamento y fragüe.

Sofía trabaja acompañada de sus dos perros, desde temprano y durante todo el día, en una pieza ubicada afuera de su casa en Vitacura, rodeada de todo tipo de cristales, transparentes y opacos, de un color y amarmolados, lisos y rugosos. «El vidrio es maravilloso, la gente tiene una concepción errada de que es sólo para iglesias. Pero cada vez se está incorporando más la idea de que el vitral se puede poner en las casas», dice.

Por eso ha impreso un marcado
sello artístico a cada creación. Además de lámparas, posavasos, bandejas y otros objetos decorativos -en los que utiliza la técnica del mosaico, pero con vidrio-; hace cuadros como los que cuelgan en su taller: piezas circulares que arma con trozos irregulares hasta formar obras únicas, que parten desde una interpretación propia del mandala, y en las que destacan las tonalidades amarillas y naranjas: «Los colores de Buda… los colores del Tíbet». También los hace para poner a contraluz, por su capacidad de transformar un espacio con sus proyecciones de luces diferentes.

-La gracia de este trabajo es que al usar un material tan frágil, las piezas no duran para siempre. Me gusta esa impermanencia del arte-. Y aunque se pueden romper, también se arreglan y vuelven a construirse: «Esto la hace diferente a las otras disciplinas», dice Sofía (smavayd@gmail.com).

 

* Sofía Folch Couyoumdjian es Directora Protesorera de la Colectividad Armenia de Chile

FUENTE: EL MERCURIO, VIVIENDA
Y DECORACIÓN, 10 de marzo de 2012

Link de la noticia:

http://diario.elmercurio.com/detalle/index.asp?id=%7Be492251f-661b-43f6-9e61-b9c972fd6446%7D

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